Historia

Orgullo de un pueblo

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Allí estaban, en la antigua discoteca de Esteiro, después de una jornada de trabajo, taberneros y clientes, amigos al fin, protagonistas de unha conversación informal quien sabe si favorecida por la espontaniedad y la soltura que provocan unas copas entre amigos.

“Benito do Ruso”, “Javier do Areas”, “Fornís”, “Xaquín o Carocho”, “Fojete” y de seguro que alguno que se nos olvida (pues los que escribimos, de aquella algunos aún no nacieramos), tenían claro que algo habría que hacer..

La festividad de nuestra patrona Santa Mariña, celebraríase en ese 1988 el lunes 18 de Julio y la idea estaba clara: Había que idear algo para el fin de semana. Había que atraer a la gente a Esteiro. Sin dinero y con ingenio. El reto era competir con el poderío de las pesetas que tenía la fiesta del Carmen de los vecinos.
Que se podía hacer? Parece que fueron varias las propuestas de nuestros personajes: Estornela, un descenso de bañeras por el río, carerra de zancos, hasta que sentenciaron…. ¡¡¡ HAREMOS UNA CARRERA DE CARRILANAS!!! Carrilanas? Quién nunca jugó con un carrito de madera?

Decidieron que un simple juegete de niños, y no tan niños, un juego popular transmitido de padres a hijos, sería el protagonista del primer GRAN PRIX DE CARRILANAS DE ESTEIRO..

Con esa idea, nuestros amigos abandonaron la discoteca con el acuerdo de que al día siguiente, por la tarde, se reunirían en el local social de la Esteirana para concretar detalles… Debieron quedar a una mala hora, porque la afluencia fue baja o casi nula. Un rato más tarde algunos de ellos volvieron a encontrarse en el Alameda, que de aquella regentaba Benito do Ruso.

– A ver que? mucho hablamos ayer pero… Hacemos o no el cuento de las carrilanas?

No sabemos cual fue la respuesta exacta pero Fidel (camarero en el Alameda), estilográfica en mano y sobre el billar del bar, dió vida al que sería el que fue el primer cartel del Primer Gran Prix de Carrilanas de Esteiro.

Cada bar tendría su propia carrilana, al igual que cada carpintería, apareciendo así las primeras escuderías que competirían por la carretera de O Maio divirtiéndose con sus jugetes de la infancia, con sus carritos, con sus carrilanas.

Quizás era una locura pensar que una carrilana, hecha con un hacha, a veces, podría competir con grandes fuegos de artificio y las mejores orquestas de Galicia. Ellos no pensaban en eso, solo querían divertirse y pasar un fin de semana de fiesta en su pueblo. La tradición popular, unido con la diversión, la fiesta y mucho público, haría del primer Gran Premio de Carrilanas de Esteiro, un evento ÚNICO e INIMITABLE.

La repercusión de este echo fue tal, que a día de hoy podemos presentarles el GRAN PREMIO DE CARRILANAS DE ESTEIRO. Durante estes años visitaron Esteiro miles de personas para ver algo que solalmente se hace en este pueblo. Carrilanas autenticamente tradicionales y de madera que nos identifican allá por donde vamos.

A día de hoy, algunos aún piensan que estamos un poco locos, pero nosotros, queremos agradecerles a nuestros protagonistas y a nuestros amigos carrilaneros que nos acompañaron en estes años de manera ininterrumpido, a todos vosotros, MUCHAS GRACIAS POR MANTENER VIVA NUESTRA FIESTA…!!! MUCHAS GRACIAS POR VUESTRA LOCURA!!!

LOS CARPINTEROS DE ESTEIRO

Cuando se habla de carilanas hay que hablar de madera y más de Esteiro. Eses dos nombres juntos nos lleva a los carpinteros esteiranos, verdaderos inspiradores de este acontecimiento lúdico y espectacular, de ahí que citar, someradamente, a Kinito, Cadornas do Capellán, Duarte, Farrajús, Loloi, Benito de Casiano, y a las sagas de los Priegues con el maestro Leonardo a la cabeza, a los Jotas y a los Monteiras, sin olvidar lógicamente al decano Ramón de Pitillo, ya muy cerca de la centuria pero aún con ganas para llegar al século XXI.

Seguramente podríamos citar nombres si el investigador profundizara más en la cuestión, pero antes es de bien nacido ser agradecido a los ancianos y a sus enseñanzas y por eso va nuestro homenaje a los teloneros como Bouzas, Pepe Souto – ” Eso és mentira”- quien además hizo un escusado midiendo el trasero de una dama, y Lelo de Farruca que, como la mayoria de ellos, era de tierra, mar y aire, También a los de blanco como Roxo y Masarocas, con los pies rotos en la playa; y a los Barreiros como Chuco de Xandaca y Luís de los Carros, que vino de recaredo, allá en la montaña.

La tradición de la carpintería de Ribeira también merece una guiño a parte ya que muchos de los anteriores también trabajaron en ella. Recordamos a Benito de Baxica; al Alcalde, constructor del “Jaime Brea”, con Penedo -“oye, Jalisco, dile a tu madre que José Mayo Rama no quiere trabajar más con Vd”- A los Carabeiros, que hicieron “O Caniso”, Secundino Canocas que tuvo que tirar la puerta del cobertizo para sacar un bote, Lelo de Maruxo, reparador de un barco Alemán, y el gran Mariñán, constructor de galeones y lanchas con su hermano Tarrata.

Otros estuvieron por Argentina, entre ellos los hermanos Romero, y a algunos que hicieron actividades tan dispares como Eduardo de Peregrino, que construía Gaitas; Pepe da Fosqueira, jugaba al fútbol, Mascato era limador y Serafín de Molete “o curmán”, un magnífico poeta.

Mención aparte, merece “Francisco Brea” “Choule” por su figura extravagante, barba al Valle-Inclán e inseparable escopeta, por su imaginación desbordante y, como no, por su trabajo con la madera que hicieron de el uno de los hombres más célebres de la redonda. Las anécdotas sobre su persona son tantas que merecía un libro para el solo, sin duda, algún día álguien se decidirá a hacerlo. Posiblemente queden en el tintero nombres que merecían ser citados, como los anteriores, pero de ser así el escribidor pide disculpas, y acháquese a que aún después de tantos años aún está aprendiendo a ser Esteirán.

Xosé Agrelo
(Boletín “O Artón”, 1981)